Las armas antiguas son fiel reflejo de la peculiaridad y un elemento etnográfico y diferenciador de los países donde se fabricaron; en base a su decoración, adelantos téncnicos, como también a sus adelantos socioeconómicos.
En el presente artículo, nos centraremos en la producción de armas civiles decoradas entre los siglos XVII y primera mitad del siglo XIX en España. Las cuales asombraron a otros centros productores de Europa por su fiabilidad y belleza, siendo en no pocos casos elogiadas o envidiadas.
Centros de producción
Madrid: Su producción fue limitada, aunque alcanzó con su escuela de arcabuceros la más excelente calidad tanto en pistolas como en escopetas de caza. Ello les dio fama internacional por la fiabilidad y belleza de sus llaves y cañones entre la nobleza y la élite social durante el siglo XVIII.
Los dos primeros maestros de esta escuela, Simon Marcuarte y Pedro Maese, llegaron de Alemania de la mano del emperador Carlos V en el siglo XVI, iniciándose una trayectoria que continuó hasta finales del siglo XVIII y que podemos consultar en el libro Compendio histórico de los arcabuceros de Madrid, desde su origen hasta la época presente, escrito por el arcabucero del Rey Isidro Soler en el año 1795.
Los mecanismos de ignición que se utilizaron fueron la llave de patilla o de miquelete, donde el muelle real está en la parte exterior. También, la llave a la moda – o a la moda de Madrid- , que aunque el muelle está en el interior, se diferencia del mecanismo a la francesa o europeo, porque el seguro y el disparador quedaban a la vista atravesando la pletina, lo que le proporcionaba una gran eficacia. Ambas llaves completamente autóctonas españolas.
Las decoraciones de todas las armas madrileñas son de gran calidad, incluso de las marcas y contramarcas de los arcabuceros, recubiertas en oro en cañones y llaves.
Otra de sus peculiaridades era que además de ser grandes armeros dominaban la escultura y cincelado sobre metales, como también el nielado en oro y plata. Así mismo, eran capaces de realizar todos los componentes de un arma, mientras que en otros centros armeros españoles se habían especializado en fabricar los diferentes componentes del arma; habiendo maestros especialistas en llaves, cañones, cajas o grabados.
Algunos maestros arcabuceros del Rey fueron Juan Belén, Nicolás Bis, Matías Baeza o Salvador Cenarro.
Cataluña: Esta escuela adoptó las llaves de miquelete y a la moda con mecanismo de ignición en sus armas. Su producción en el siglo XVII constaba de originales empuñaduras esféricas, cajas recubiertas de metal cincelado, calado e incrustrado, así como llaves con decoración de conchas marinas, cañones estriados en su exterior y escopetas con originales culatas. Estas fueron sustituidas a lo largo del s.XVIII por formas europeas contemporáneas y decoraciones propias de la armería europea y madrileña, aunque mantuvo su tradicional base mecánica. Destacamos como centros productores las ciudades de Barcelona, Ripoll y Manresa.
Algunos armeros conocidos fueron Coma y Rovira, del siglo XVII, o Peresteva y Torrentó del siglo XVIII.
País Vasco: En esta escuela la producción de armas de fuego destinadas a su uso civil no empieza hasta mediados del siglo XVIII, dejando algunas excepcionales obras de arte entre una gran producción de pistolas y escopetas de escaso valor artístico al no estar decoradas. Algunos maestros que trabajaron entre los siglos XVIII y XIX gozaron de gran fama y reconocimiento, dejando sus marcas y nombres grabados en oro en cañones y llaves, como los Zuloaga, Alberdi o Bustindui.
Andalucía: Hubo bastantes armeros con peculiaridades propias, tales como guarniciones y llaves de miquelete adornados con bellos cincelados y con el pie de gato generalmente muy alargado. Las cajas presentan apliques embutidos o cincelados en plata.
Otros centros: Destacamos Méjico durante el siglo XVIII donde se produjeron los famosos trabuquillos de arzón, inspirados en formas catalanas y realizados por armeros vascos y catalanes afincados en el Nuevo Mundo, pero con aplicaciones de plata con formas vegetales combinadas con animales, como por ejemplo la serpiente emplumada azteca.
También en la Real Fábrica de Nápoles, bajo el reinado de Carlos III durante el siglo XVIII, se fabricaron buenas armas con llave de miquelete.
Conclusiones
Parte de este rico patrimonio cultural, artístico y etnográfico, que ha sobrevivido a su destrucción por causa de los elementos naturales y la mano del hombre, está en peligro de desaparición debido a nuestro vigente reglamento de armas, que penaliza, si no hace prácticamente imposible, su coleccionismo.
El Reglamento de armas del 29 de enero de 1993 y su modificación del 8 de julio de 2011, no cumple el tratado de Schengen, ratificado por España el 23 de julio de 1993, al no diferenciar las armas antiguas de las demás armas en su articulado.
Sin embargo, según este Tratado no se consideran armas de fuego a las armas antiguas, entendiendo como tales las anteriores al 1 de enero de 1870; y por tanto, están libres de tenencia y comercio. No ocurre así en la legislación española, donde se requiere tener un permiso de coleccionista y un libro de registro para poder tanto comerciar como coleccionar estos objetos. Esto es consecuencia de un exceso de celo en la protección de la seguridad ciudadana, sin tener en cuenta la nula incidencia de las armas antiguas en la delincuencia común y organizada y, por supuesto, en el terrorismo y otros hechos delictivos. Esta situación supone una clara desventaja con respecto a los países de nuestro entorno, que sí cumplen con el mencionado tratado a la hora de coleccionar y comerciar con estas armas antiguas; aparte de favorecer la aparición de un mercado ilegal, con la consiguiente pérdida de nuestro patrimonio, al ser mucho más sencillo y rentable venderlas fuera de nuestro país. Además, esta restricciones provocan un claro deterioro de nuestro patrimonio histórico, debido a que pueden causar el que sus propietarios abandonen el cuidado y conservación de dichas piezas de colección.
Como coleccionista y Vicepresidente de la Federación Española de Anticuarios, creo oportuno y necesario que se modifique el reglamento vigente y excluir del mismo las armas antiguas, entendiendo como tales a las anteriores al 1 de enero de 1890; ya que han dejado de ser armas de fuego (instrumentos, medios o máquinas destinadas a ofender o a defenderse) para convertirse en meras antigüedades u objetos de colección y pasen a ser de posesión y comercio completamente libre; de esta forma nos equipararíamos a los demás países. A su vez, se facilitaría la protección de nuestro rico patrimonio así como la recuperación de piezas que en su día salieron de España, legando toda esta basta herencia a nuestras generaciones futuras.
Pedro Sánchez Benavente
Vicepresidente de la Federación Española de Anticuarios